Editorial Boletín # 9

Políticas de desarrollo de base productiva regional: especialización y las cadenas productivas

La política pública encaminada al desarrollo de la base productiva de las regiones, cuando ésta existe, debe ser consistente con la espacialidad de la industria; es decir, debe tomar en cuenta la heterogeneidad de la distribución de las diferentes ramas de la actividad en el territorio que aparece bajo la forma de “especialización territorial”.

Las actividades económicas, en particular la industria, se hallan distribuidas de forma heterogénea en el territorio nacional. Más allá de los determinantes postulados por la teoría de la localización en sus diferentes vertientes, hay que destacar que no sólo la heterogeneidad es característica: hay una fortísima concentración en la generación de producto en nuestro país: tan sólo 2 por ciento de los municipios, 50 de los casi 2 mil 500, generan más del 70 por ciento del valor agregado total y manufacturero, según datos de los Censos Económicos (INEGI, 2009).

La fuerte concentración de la actividad obedece a que las unidades económicas aprovechan y construyen economías de escala –de aglomeración y especialización–, en un proceso complejo de retroalimentación que es provechoso para la empresa capitalista, siempre que no alcance un punto crítico en el que se reviertan los efectos positivos cuando la concentración se troca en congestionamiento.

Los dos tipos de concentración que generan efectos positivos sobre la estructura de costos de las empresas son comúnmente identificados como Externalidades de Localización y Externalidades de Urbanización (da Silva, Gonçalves y Porcile, 2010). Dejando de lado el debate de lo que es “externo” a los fenómenos económicos, estas modalidades de aglomeración se distinguen entre sí dado que la primera hace referencia a los efectos positivos que provienen del relacionamiento de las empresas al interior de una misma industria o entre aquellas que son complementarias, mientras que las segundas provienen del contacto y vinculación entre empresas pertenecientes a diferentes sectores.

Sin embargo, es fundamental no perder de vista que la especialización (al igual que la competencia y sus manifestaciones derivadas) no es un fenómeno propio de las regiones, las regiones no compiten, son las empresas las que lo hacen al interior de una rama específica, vinculadas entre sí por los relacionamientos materiales dados por la cadena productiva a la que pertenecen.

A pesar de la concentración, la espacialidad –entendida aquí como la ubicación geográfica de las unidades económicas, tanto del sector como de su cadena productiva– no necesariamente se corresponde con la división político-administrativa de las entidades federativas de nuestro país. Por ejemplo, la fabricación de llantas y cámaras que provee al fabricante de equipo automotriz, puede no ubicarse dentro del mismo municipio y no tendría, necesariamente, por qué.

La implementación de políticas de desarrollo productivo industrial regional debe partir de este hecho, se hace menester entonces, llevar a cabo estudios altamente específicos para ubicar espacialmente las cadenas productivas de las diferentes ramas de la actividad para luego desarrollar políticas públicas cuyo eje rector sea la cooperación y coordinación intermunicipal e interestatal, más que la competencia entre las administraciones gubernamentales locales.

Algunos pasos han sido dados en esta dirección por el Seminario de Análisis Regional y Estudios Espaciales (SAREE), cuyos fundadores han propuesto el concepto Rama-Región. A través de él se trata de sintetizar la dimensión espacial-geográfica y la económica-ramal que distingue al proceso de trabajo, así como las vinculaciones insumo-producto entre las unidades económicas y los espacios que les son propios.

Algunas propuestas y lineamientos de política industrial derivados de la concepción Rama-Región, han sido explorados por Quintana e Isaac (2012) e Isaac (2102). Entre los más sugerentes, se encuentra la posibilidad de brindar financiamiento a las unidades económicas bajo una concepción diferente: otorgar crédito no a una empresa específica, sino a los eslabones clave de la cadena productiva, lo que reduciría la incertidumbre y el riesgo, además de que se darían algunos pasos para garantizar la continuidad de los procesos productivos regionales, entendidos ya en su complejidad e integridad.

Bibliografía

Da Silva Catela, E. Y., Gonçalves, F., & Porcile, G., (2010) Municipios brasileños: economías de aglomeración y  niveles de desarrollo en 1997 y 2007”, en: Revista Cepal, N° 101, pp. 145-161.

Isaac, J., (2012) “La Zona Industrial de Desarrollo del Valle de México: Las ramas región como ruta de desarrollo industrial” en: La industria en la Zona Metropolitana del Valle de México, Análisis Regional Vol. 2. CEDA y Plaza y Valdez, México.

Quintana, Luis y Jorge Isaac, (2012) “Una estrategia de desarrollo para el Sur Pacífico de México” en: Desigualdad y desarrollo regional: Chiapas y el sur pacífico mexicano, Análisis Regional Vol. 4; CEDA y Plaza y Valdez, México.

DESCARGA EL BOLETÍN COMPLETO EN FORMATO PDF

CONSULTA AQUÍ NÚMEROS ANTERIORES

Comenta sobre este contenido

Las opiniones aquí publicadas fueron enviadas por usuarios de saree.com.mx. Los invitamos a aprovechar este espacio de opinión con responsabilidad, sin ofensas, vulgaridad o difamación. Cualquier comentario que no cumpla con estas características, será removido.

Si encuentras algún contenido o comentario que no cumpla con los requisitos mencionados, escríbenos al buzón del seminario aquí.